¿Puede la Investigación Científica comunicarse a través de Twitter?

Carmen Vallejo Garcelán

Profesora en la Escuela de Organización Industrial. EOI Madrid

Podríamos pensar que la investigación científica tiene tanta transcendencia, que sería impensable que, a través de un tuit, pudiéramos transmitir y poner de relieve las horas de laboratorio y experimentos realizados, análisis de datos, etc., y que con tanta dedicación y constancia han sido llevados a cabo por investigadores e investigadoras. Además, parecería una tarea imposible que los descubrimientos que la ciencia proporciona y que permiten prevenir enfermedades, se pudieran mostrar reducidos a ciento cuarenta caracteres.

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[blockquote text=”«No se está poniendo el foco en relación a los medios más adecuados para comunicar eficazmente, y cómo aprovechar la utilización de las nuevas formas de comunicación digital como las redes sociales»” show_quote_icon=”yes”]

Pero este artículo pretende debatir o cuestionarse, si la comunicación de investigación científica puede beneficiarse del uso de redes sociales, como Twitter, para difundir los avances e innovaciones que los investigadores/ras logran tras años de trabajo, y que se favoreciera que las nuevas generaciones de jóvenes en la sociedad del siglo XXI sean conscientes del valor de la ciencia y se interesen por el trabajo de tantos científicos/as y contribuyan a darlo a conocer.

Para ello, parece oportuno aproximarnos a lo que representa la investigación científica. Autoras como Lourdes Castillo afirman:

«El objetivo del trabajo científico es la publicación. A los/as científicos/as se les juzga y se les conoce por sus publicaciones. Un experimento científico, por espectaculares que sean sus resultados, no termina hasta que esos resultados se publican. La filosofía de la ciencia considera que las investigaciones originales tienen que publicarse; solo así pueden verificarse los nuevos conocimientos científicos».

«En la actualidad el medio más común de comunicación son las revistas científicas (sean en papel o electrónicas) siguen siendo el principal medio de difusión de los resultados de las investigaciones».

Las revistas en sus diferentes formatos cumplen diversas funciones:

«En primer lugar, de validación, de autentificación de la propiedad de los descubrimientos que otorga el hecho de que una investigación aparezca en una revista de prestigio a través de la criba que supone la evaluación llevada a cabo por miembros del Consejo de redacción (refeerings) que garantizan la calidad intelectual del trabajo publicado.

En segundo lugar, o la segunda función, es de archivo o pervivencia histórica (como medio de preservación del patrimonio de la ciencia); también como elemento acumulativo que permite un crecimiento sobre los sucesivos progresos que se van alcanzando y que pasan a devenir la propia base de la ciencia.

Y, por último, desarrollan una función de promoción de la persona investigadora al hacer público su trabajo.

Sin embargo, las revistas científicas sufren una difusión reducida y, por tanto, un acceso más difícil y menos público. Para acceder a las revistas científicas es necesario suscribirse. Además de los retrasos de publicación debidos a la formalización».

Si bien es cierto que existe numerosa información sobre cómo escribir un artículo científico, un póster, un abstract o la tesis de doctorado, y sobre cómo efectuar presentaciones científicas; no se está poniendo el foco en relación a cuáles serían los medios más adecuados para comunicar eficazmente, y cómo aprovechar la utilización de las nuevas formas de comunicación digital como las redes sociales.

Por ello, es interesante preguntarse cómo favorecer que desafíos -entre los que podemos citar: la inteligencia artificial, la robótica, la biotecnología o la ingeniería genética, etc.- tengan una difusión más rápida y una mayor interconexión entre la comunidad científica, al tiempo que se comparten los avances científicos con la sociedad.

También no podemos obviar que la incorporación de nuevas formas de comunicación de la ciencia a través de redes sociales, puede generar una gran dispersión que provoque un cierto «caos» y «ruido», hecho que evidentemente hay que evitar. Por ello, en este nuevo escenario de comunicación a través de redes sociales, es importante llevar a cabo una reflexión y estudiar la experiencia de los mejores comunicadores a nivel mundial, que nos pueden dar pistas de cómo favorecer que el mensaje llegué a las personas receptoras y estas se muestren interesadas e incluso atraídas, en especial las más jóvenes, por lo que se les informa. Algunos de estos comunicadores de TED aseguran:

«Actualmente es importante tener presente que si no podemos explicar nuestro producto o idea en ciento cuarenta caracteres, tendremos que volver a empezar desde el principio».

Esta idea sugiere que los mensajes breves y directos son cada vez más valorados, y esto está en sintonía con la comunicación de generaciones como los millennials que se caracterizan porque tiene que ser directa y no extensa, porque de otra forma desconectan de la información.

[blockquote text=”«Los mensajes breves y directos son cada vez más valorados, y esto está en sintonía con la comunicación de generaciones como los millennials»” show_quote_icon=”yes”]

Teniendo presente como se valora la información, parece evidente que sin llegar a ser un tuit, la futura comunicación de la investigación necesita rediseñarse y seguir una serie de pasos para que no se pierda la eficacia y el valor en la transmisión del mensaje científico para las generaciones tanto presentes como venideras. Para ello los expertos en comunicación señalan las siguientes fases:

1.- Reforzar el titular con tres mensajes clave

Si  deseamos que los resultados científicos lleguen a las personas destinatarias, resulta importante y necesario que se incluyan tres mensajes secundarios que refuercen el tema principal. Aquí es donde las personas científicas pueden incorporar información imprescindible y relevante, para que se comprenda que hay un antes y un después de esa investigación y los resultados que se logran.

2.- Reforzar los tres mensajes con ejemplos, estadísticas o incluso con curiosidades, y las dificultades que tuvieron que superase el proceso de investigación.

Siguiendo este sencillo esquema se conseguiría una transmisión clara, eficiente y efectiva del descubrimiento científico.

Esta hipótesis de cambio en la comunicación científica es debida a que no podemos desdeñar las nuevas tecnologías digitales y redes sociales que están multiplicando las posibilidades de compartir conocimientos y aumentando las audiencias potenciales de los avances científicos e incluso hacerlos más atractivos para los ciudadanos.

En esta línea, han surgido experiencias como la llevada a cabo por la Universidad de Columbia que inició desde 2008 un interesante programa con el objetivo de encontrar soluciones innovadores para los temas relacionados con la comunicación científica.

«Se trata de favorecer un dialogo entre docentes, alumnos, bibliotecarios y resto de la comunidad sobre lo que consideran opciones para crear, distribuir, compartir, evaluar, rehusar y conservar el nuevo conocimiento en un entorno de constante cambio». El programa tiene su propio espacio de seguimiento en Facebook, y en Twitter.

Ante este tipo de propuestas que están desarrollándose desde hace algunos años, no es descabellado pensar que a través de un algoritmo se diseñe lo que se podría denominar Science-Twitter, un hibrido entre Abstract y Twitter que favorecería que el resultado o descubrimiento científico sea comunicado en poco más de ciento cuarenta caracteres, (pero tal vez no mucho más de 200) y que incluyese el hallazgo científico y las tres ideas de apoyo que refuercen la investigación central del mismo.

Finalmente, solamente indicar que habrá que estar pendientes de si esta idea-propuesta de lo que hemos denominado Science-Twiter se materializa y se convierta en real en los próximos años.

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