Polimorfismos genéticos que condicionan el éxito de los trasplantes de progenitores hematopoyéticos

Cintia Manzano, Noemí Sánchez-Hernández, José L. Díez-Martín & Ismael Buño

Servicio de Hematología. Hospital G.U. Gregorio Marañón. Madrid

El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) es el procedimiento de terapia celular de elección para tratar distintas enfermedades hematológicas (leucemias, linfomas, mielomas, etc.) y no hematológicas (algunas enfermedades congénitas, autoinmunes, etc).

El TPH alogénico pretende sustituir el sistema hemopoyético alterado de un paciente por otro sano procedente de un donante, familiar o no emparentado.

El fundamento terapéutico del TPH alogénico reside en el tratamiento quimio-/radioterapéutico de acondicionamiento previo al trasplante, así como en el efecto inmune ejercido por células del donante contra células tumorales del paciente (efecto del injerto contra la leucemia o tumor -EICL/T-).

Las células inmunocompetentes del donante pueden reconocer como «extrañas», no sólo a las células tumorales del paciente, sino también a distintos tipos de células sanas de éste, provocando el efecto secundario conocido como enfermedad del injerto contra el huésped (EICH).

La intensidad de las fuerzas inmunológicas que se establecen entre donante y receptor (alorreactividad) es, por tanto, de crucial importancia, ya que determina la morbimortalidad y la evolución post-trasplante.

Las citocinas son mediadores proteicos solubles producidos por diferentes tipos de células, como linfocitos y macrófagos, que regulan la actividad de las células que las producen y de otras promoviendo procesos de proliferación y diferenciación celular y, consecuentemente, modulando la intensidad de la respuesta inmune.

Es conocido que ciertos polimorfismos en los genes de algunas citocinas modifican su expresión, resultando en una mayor o menor producción de la proteína.

Nuestros resultados y los de otros grupos han demostrado que algunas variantes alélicas son críticas para el desarrollo de complicaciones como EICH, rechazo, recidiva y para la supervivencia post-TPH.

Por ejemplo, la presencia de alelos aloreactivos de una citocina anti-inflamatoria, la interleucina-10 (IL-10), en el donante, mostró una asociación estadísticamente significativa con el desarrollo de EICH crónica extensa, lo cual condiciona la morbimortalidad de los pacientes receptores.

Estos resultados parecen indicar la existencia de una predisposición genética hacia el desarrollo de ciertas complicaciones post-trasplante.

El análisis de un mayor número de pacientes, así como de nuevos polimorfismos en los genes de las citocinas permitirá establecer grupos de pacientes con más riesgo a desarrollar dichas complicaciones y, por tanto, establecer las estrategias terapéuticas oportunas de una manera precoz.

AEC Polimorfismos genéticos