Buenas noches a todos: autoridades académicas, presidente de nuestra Asociación Española de Científicos (AEC), miembros de su Junta de Gobierno, socios, distinguidos colegas, compañeros, amigos, galardonados, señoras y señores.
Participar en este acto supone para mí un gran honor y una honda satisfacción; y, más aún, presentarles al Profesor Doctor Don Vicente Rafael Rives Arnau, catedrático de Química Inorgánica en la Universidad de Salamanca, galardonado con Placa de Honor en esta edición por nuestra Asociación.
Se le concede esta distinción por su destacada labor y aportaciones en el campo de la Química Inorgánica, así como reconocimiento de sus méritos internacionales como científico español a lo largo de su carrera investigadora, con aportaciones relevantes en el campo de la Química del Estado Sólido, especialmente referidas a los sistemas laminares, y su implicación en la docencia y la divulgación de la Química.
Se le concede esta distinción por su destacada labor y aportaciones en el campo de la Química Inorgánica, así como reconocimiento de sus méritos internacionales como científico español a lo largo de su carrera investigadora, con aportaciones relevantes en el campo de la Química del Estado Sólido, especialmente referidas a los sistemas laminares, y su implicación en la docencia y la divulgación de la Química
Lo hago notar para agradecer el valor y la dedicación, fuera de lo normal, de María Jesús que, sabiendo a lo que se enfrentaba, no dudó en aceptar la responsabilidad de la Dirección del CIB. ¡Y lo hizo bien!
Conocí al Profesor Rives, Vicente, en el año 1979, cuando yo cursaba el segundo curso de la Licenciatura en Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla. Posteriormente, ya en quinto curso, fue mi profesor en una asignatura optativa denominada Química del Estado Sólido y Catálisis en el curso 1981-82. Y les digo que es un profesor excelente que me hizo interesarme por la Química del Estado Sólido. Pasados ya los años, coincidí con Vicente varias veces en diversos congresos y en visitas suyas a Sevilla o en alguna mía a Salamanca y fuimos miembros de un Tribunal de Concurso-Oposición para una plaza de Científico Titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid.
Les voy a destacar a continuación, con brevedad, el historial del galardonado. El Profesor Rives Arnau, natural de Castellón, realizó sus estudios de Licenciatura en Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla, superándolos con Premio Extraordinario en 1974, misma calificación que obtuvo en su Tesis Doctoral, defendida en 1978. Tras un año de estancia postdoctoral en el Reino Unido, desarrolló sus labores docentes en las universidades de Sevilla y Córdoba, hasta su temprana incorporación como Profesor Agregado Numerario a la Universidad de Salamanca en el año 1981, accediendo al Cuerpo de Catedráticos en dicha universidad en el año 1983. Ha impartido docencia en las Licenciaturas de Farmacia y Ciencias Químicas en la Universidad de Sevilla y de Ciencias Químicas en la Universidad de Córdoba. En la Universidad de Salamanca, ha impartido docencia en las Licenciaturas de Farmacia, Química y Física, Ingeniería Química e Industrial y, actualmente, en el Grado y en el Máster de Química. También ha participado en diversos programas de Doctorado en las Universidades de Córdoba, Salamanca y de Castilla-La Mancha, así como un interuniversitario que implicaba a 14 universidades españolas.
Su participación en cursos de postgrado también ha sido muy amplia, tanto en diversas universidades, como en el organizado conjuntamente por el CSIC y la Universidad de Extremadura en Jarandilla de la Vera, donde lleva participando casi 20 años. Asimismo, ha desarrollado una limitada actividad de gestión académica, como director de un Colegio Mayor durante unos 15 meses y algunos años como director del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Salamanca.
En cuanto a publicaciones, es autor o coautor de 475 artículos científicos y casi otras tantas comunicaciones a congresos científicos. Y ha participado en unos 80 proyectos de investigación, nacionales e internacionales, en la mitad de ellos como Investigador Principal. Sus publicaciones han sido citadas más de 6.000 veces, excluidas autocitas. y es autor de varios capítulos de libros y editor en algunos de ellos. También ha impartido conferencias en diversos centros de investigación y universidades españolas, así como en las Universidades Pierre et Marie Curie y Orleans en Francia, Universidad de Palermo en Italia, Ankara y Tetuán. Ha dirigido 16 Tesis Doctorales y 32 Tesis de Licenciatura y diversos proyectos Fin de Carrera, Fin de Grado y Fin de Máster.
Quiero destacarles que uno de sus artículos, publicado en el año 1999, sigue siendo el artículo de Química más citado de la Universidad de Salamanca, con 540 citas a fecha del pasado día 21 de noviembre, siendo su índice h de 43. En los últimos años, su labor ha estado también dirigida a tareas de evaluación científica como revisor (referee) con más de 1.200 artículos en su haber, evaluador para ANECA, ANEP y otras agencias regionales e internacionales en solicitudes de becas, proyectos de investigación y evaluación de centros de investigación. Desde hace unos 12 años participa muy activamente como editor de revistas científicas internacionales, actualmente de Applied Clay Science. Entre sus premios y distinciones destaca el Premio Ayuntamiento de Sevilla (1974), los Premios Extraordinarios de Licenciatura y Doctorado ya citados, el Premio Fundación Cañada Blanch de Química para Licenciados (1974), el Premio “María de Maeztu” de la Universidad de Salamanca a la Excelencia Científica en 2008 y su nombramiento como Académico Correspondiente de la Real Academia Sevillana de Ciencias en 2011. Y ahora esta Placa de Honor.
Me falta decirles que está casado con una sevillana, es padre de dos hijos y ya felizmente abuelo. Vicente, recibe mi enhorabuena y admiración por tu meritoria trayectoria. Que sigas cosechando éxitos y laureles en tu carrera docente e investigadora y continuemos disfrutando muchos años de tu amistad.
Autoridades académicas y de asociaciones científicas, miembros de la Junta de Gobierno de la Asociación Española de Científicos (AEC), compañeros y amigos, es para mí un gran honor encontrarme hoy aquí para el fin al que hemos sido convocados.
Quiero agradecer a la AEC esta distinción y quiero personalizar este agradecimiento en los miembros de su Junta de Gobierno, en especial su presidente, Profesor Jesús María Rincón, y el vocal, Doctor Pedro Sánchez Soto, que ha expuesto unas palabras sobre mi persona más salidas de su corazón que de su razón.
Quiero, en primer lugar, dedicar esta distinción a mi familia, merecedores de ella en mucha mayor medida que yo, pues fue a ellos a quienes escatimé un tiempo que les correspondía para dedicarme a las tareas que, formalmente, aquí está siendo reconocidas.
Son muchas las personas a las que debo agradecer también el que haya llegado y hoy me encuentre aquí. Ya dijo Bernardo de Chartres que: «Somos como enanos a hombros de gigantes. Podemos ver más y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista, ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque estamos izados sobre su gran altura».
En este sentido, son muchos los hombros de enormes gigantes sobre los que yo me he levantado. En primer lugar, todos mis profesores en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Sevilla. A todos ellos quiero agradecer lo que me enseñaron en sus respectivas disciplinas, pero, hay tres a los que quiero agradecer, además, la forma en que me lo enseñaron, así como su capacidad para ayudarme a comprender cómo enfrentarme a los retos que este trabajo exige.
Me estoy refiriendo al Profesor Antonio Aldaz Riera, recientemente fallecido, al Profesor José María Trillo de Leyva y al Profesor Guillermo Munuera Contreras. Bajo la dirección de este último realicé mis primeros trabajos de investigación, tesis de licenciatura y tesis doctoral, y tuve también el honor de ser presentado por él con motivo de mi ingreso como Miembro Correspondiente de la Real Academia Sevillana de Ciencias.
Todas las personas con las que en este tiempo he mantenido relaciones de colaboración, no sólo en la Universidad de Salamanca, sino también en muchas otras, tanto nacionales como extranjeras, pero, muy especialmente, María de los Ángeles Ulibarri y Pilar Malet, catedráticas de las Universidades de Córdoba y Sevilla, respectivamente.
En la de Salamanca quiero mencionar a las personas que, a mi llegada, hace ya más de 30 años, allí me acogieron no sólo en su despacho y en su laboratorio, sino también en su casa, haciéndome sentir próximo y familiar, tanto en la universidad como en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución a la que siempre me he sentido muy próximo.
A todas las personas con las que desarrollé la mayor parte de mi actividad como director de investigación y que, muchas de ellas, han pasado a ser hoy en día los hombros desde los que todos los días me animo a seguir en este trabajo. No puedo nombrarlas a todas, pues requeriría mucho tiempo. Pero, no puedo olvidar aquellos primeros años en los que, careciendo de muchas de las facilidades experimentales e instrumentales que hoy consideramos imprescindibles, las suplíamos con imaginación, esfuerzo y dedicación.
Pero, la universidad no es sólo investigación: nuestra obligación es dedicar una parte importante de nuestro tiempo y esfuerzo a los alumnos, en las tareas de docencia. No en la gestión: la gestión no es un fin de la universidad (léanse el Artículo 1 de la vigente Ley Orgánica de Universidades), sino un medio, una herramienta, como gusta decir a muchos, necesario, eso sí, para que la universidad alcance sus fines de docencia, investigación y estudio; al igual que las aulas, los libros, los laboratorios y los encerados, pero, poco más.
Es, por tanto, absurdo que se exija la gestión como un mérito más para alcanzar posiciones estables en la universidad. Aun así, todos hemos dedicado algún tiempo, algunos más y otros menos, a la gestión, pero, no debe ser nuestro objetivo en esta profesión.
Otra cosa bien distinta es la gestión de la investigación, en donde son necesarias personas con experiencia, capacidad y una visión amplia y no cicatera, en ningún sentido, para marcar algunas pautas, especialmente en lo que se refiere a la gestión de los siempre escasos fondos y, muy particularmente, para intentar marcar unas vías, por supuesto anchas, por las que debe discurrir la investigación.
Ambas tareas, docencia e investigación, no pueden separarse, no existe una línea que las delimite. La docencia, bien entendida, bien llevada y planteada, debe encaminar al alumno no sólo al conocimiento de una serie de conceptos, sino a la intriga, a la duda, al desconcierto en algunas ocasiones, para despertar en él el interés, las ganas de aportar, las ganas de saber, las ganas de completar lo que ya hay. Sólo de esa manera el alumno sentirá a la Ciencia como algo vivo, que puede y debe crecer, como algo propio a lo que vale la pena acercarse para investigar, para aportar.
Y eso sólo se consigue si somos capaces, de alguna manera, de contar al alumno qué es la investigación, qué hacemos en la investigación, cómo la hacemos, para que sirve, si es que sirve para algo, nuestra investigación. Y poniendo a su alcance, o guiándolo hacia donde existen, los medios para que pueda conocer, ampliar y completar su formación científica. Es evidente que no podemos investigar en todo lo que explicamos, pero sí debemos explicar sobre todo aquello en lo que investigamos.
No quiero terminar sin exponer otros puntos que considero importantes: al menos para mi generación, la universidad (o el Consejo) fueron una elección, en unos momentos en los que el mercado laboral era amplio y frondoso; no había problema para encontrar un trabajo digno, relacionado con los estudios que habíamos seguido y, en muchas ocasiones, mejor pagado que el de la universidad. Por eso, nuestra elección fue en gran medida la consecuencia de una vocación que nos permite dedicarnos a hacer el trabajo que nos gusta y trabajando en lo que y como nos gusta. No siempre un camino de rosas, no siempre con los medios que consideramos imprescindibles, no siempre con las colaboraciones que podríamos desear, pero sí en muchas ocasiones. Por tanto, pero sin conformismo, si no nos gustaba, ocasión tuvimos para dejarla y lanzarnos a la búsqueda de otras oportunidades, que las había.
Hagamos nuestro trabajo, que es el que nosotros hemos elegido, de la mejor forma posible, y, sobre todo, contémoslo, para que se sepa, para que la sociedad, que es la que nos paga, sepa en qué nos gastamos su dinero. Y no nos preocupemos demasiado por la aplicación inmediata de aquello en lo que trabajamos; si no parece útil hoy, quizá lo sea mañana. Y, si no lo es nunca, nuestro trabajo también servirá para marcar el camino por el que no se debe proseguir.
Es papel de las sociedades científicas no sólo amparar y acoger a los científicos, dándoles en la medida de sus posibilidades los medios y el entorno para que desarrollen su labor, sino también las encargadas de esa labor de divulgación a la sociedad civil de qué es lo que se hace. Lamentablemente, en demasiadas ocasiones ese conocimiento queda restringido a un pequeño grupo de autoelegidos que se comportan, que nos comportamos, como fieles seguidores de aquel Hermes Trismegisto de quien dicen que creó la Alquimia. Cuando nuestras revistas de divulgación aparezcan en los quioscos al lado de y tengan tanto éxito como El Mundo Deportivo o Marca, uno de nuestros objetivos estará cumplido.
Muchas gracias.
Vicente Rives Arnau
Catedrático de Química Inorgánica en la Universidad de Salamanca
Señor presidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), distinguidos colegas y amigos, tengo el honor y el muy grato placer de presentar a Ricardo Flores Pedauyé, Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), centro mixto del CSIC y de la Universitat Politècnica de València.
Voy a intentar ofrecer diversos rasgos del amplio perfil de Ricardo Flores que, a mi juicio, avalan la concesión de una placa de honor de la AEC.
Su mejor aval es su trayectoria científica. Su origen se sitúa en la década de los años 60 y, concretamente, en Valencia. La primera etapa se inicia como estudiante de ingeniería en la joven Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. Ricardo no es un estudiante al uso y ya, a mitad de la carrera, se da cuenta de que los conocimientos que se imparten en aquella época en la Escuela no acaban de llenar su inquietud de adquirir unos sólidos cimientos donde asentar un proyecto que llene su futuro.
Así, antes de finalizar los estudios de la ingeniería en 1969, amplía su horizonte y se matricula en la Sección de Químicas de la Facultad de Ciencias, obteniendo la licenciatura en 1971. Con estas dos carreras se funden, por un lado, el mundo de las plantas y, por otro, las aproximaciones experimentales con fundamentos químicos. Estamos dibujando un primer rasgo de su perfil: una perspectiva bioquímica hacia el mundo de las plantas, que va a ser decisiva en su futura trayectoria.
La siguiente etapa va a ser la de iniciar un trabajo de tesis doctoral. El mejor ambiente para trabajar en Bioquímica Vegetal no residía en la Valencia de aquella época. Sencillamente, no había grupos de investigación en esta área. Afortunadamente, se abrió un nuevo horizonte con la creación de una nueva sección de Biología en la Facultad de Ciencias, cuyo patrimonio estaba constituido únicamente por alumnos (no había una plantilla de profesores estables, no había edificio propio, no había laboratorios…). Había que enseñar Bioquímica y esto fue encomendado a D. Eduardo Primo Yúfera, catedrático de Bioquímica y Química Agrícola de la Escuela de Agrónomos. Don Eduardo, que a la vez era director del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos del CSIC (IATA), aprovechó el momento para promover la creación de un grupo de Bioquímica Agrícola dentro del citado Instituto. La enseñanza de la Bioquímica de Biológicas quedó a cargo de un par de recientes doctores y de jóvenes doctorandos del que formaba parte Ricardo Flores.
Visto con perspectiva, fue una suerte integrarse en un grupo entusiasta que motivaba a los alumnos por encima de lo que ofrecía el entorno. Su actividad docente no se limitaba a participar en la enseñanza de la Bioquímica, sino que organizó y desarrolló el programa de la enseñanza de la asignatura de Biofísica, sobrepasando la habitual práctica de relatar el texto de un manual. Conocer los fundamentos de las metodologías experimentales fue el objetivo. Tenemos, pues, un nuevo rasgo en el perfil de Ricardo Flores, la docencia universitaria. Su capacidad de motivar a los estudiantes debido a sus fundamentadas y precisas explicaciones es algo que ha quedado en la memoria de un buen número de aquellos alumnos que me han hablado de él como un excelente profesor.
Como había señalado, junto con la docencia, se inicia el trabajo de investigación para su tesis doctoral. Se centra en el conocimiento de las partículas nucleoproteicas asociadas a la enfermedad llamada «tristeza de los cítricos». Lo desarrolla en el laboratorio de Microbiología del IATA y le lleva a obtener el grado de doctor en 1975. Se produce el primer contacto con patógenos vegetales que contienen RNA (ácido ribonucleico). Patógenos vegetales y RNA van a ser pilares clave de su trayectoria científica. De forma coherente, a lo largo de 1976-77, y siguiendo en la línea de agentes causantes de enfermedades de los cítricos, realiza una estancia postdoctoral en el Departamento de Patología de la Universidad de California en Riverside. Sigue trabajando con patógenos que contienen RNA. Pero. pasa, de uno de los virus de RNA de mayor tamaño, el virus de la tristeza, a trabajar con los RNA patógenos de menor tamaño que se conocen, los viroides (una simple cadena de RNA de tamaño muy pequeño sin cubierta proteica). Concretamente. se dedica al estudio del viroide que ocasiona la enfermedad conocida como «exocortis de los cítricos». Podemos concluir que RNA, como palabra clave amplia, y virus y viroides, como términos específicos, constituyen los tres pilares de su actividad investigadora.
A su regreso de California inicia una corta etapa de transición, que va desde 1977 a 1979. Ocupa una plaza de profesor agregado interino de Bioquímica y aparecen sus primeras publicaciones, destacando la descripción de un método para cuantificar la concentración de proteínas, que es su segundo artículo por número de citas recibidas. También publica otros dos artículos que inician la larga lista de publicaciones (más de 150) que recoge la Web of Science que, excepto tres, contienen alguno de los términos citados: RNA-virus-viroides.
Como todos sabemos, lo más importante no es el número de artículos, sino las citas recibidas que, en su caso, se acercan a las 4.500 con un promedio de 121 citas por año. Dentro del área de trabajo de la virología o patología de plantas, es un índice excelente. Su artículo más citado es una revisión publicada en el Annual Review of Phytopathology titulada Viroides e interacciones viroide-planta al que siguen, además del ya citado sobre proteínas, un artículo en EMBO J (revista de la Organización Europea de Biología Molecular) sobre una clase de RNAs llamados ribozimas de cabeza de martillo. Las ribozimas son RNAs que tienen propiedades catalíticas, al igual que las clásicas enzimas, consideradas hasta ese momento como las únicas moléculas de naturaleza biológica con este tipo de propiedades. Este último hecho añade un nuevo rasgo al perfil de Ricardo Flores y es que ha sabido situarse y mantenerse en una de las fronteras actuales de la investigación, el último peldaño de la escala biológica, con contribuciones originales de relieve.
Para ir finalizando tengo que decir que es una persona con un prestigio que rebasa su área de trabajo, lo que le ha llevado a recibir numerosas invitaciones (más de 100) para dar seminarios y conferencias en el ámbito internacional (UE, USA, Sudamérica y Australia) y a organizar congresos y presidir sesiones en congresos internacionales. Creo que no es necesario abrumar con organizaciones y cifras. Tan solo quiero destacar que es miembro honorario de la Academia de Ciencias de Hungría.
Ha sido financiado por proyectos de carácter autonómico, nacional, europeo y de la National Science Foundation de los EE. UU. enmarcados en las disciplinas de Virología de Plantas, Biología Molecular y Celular de Plantas y Biotecnología.
Un rasgo que para mí es fundamental es que se ha hecho a sí mismo. Ricardo no ha seguido el sendero de un gran maestro por encima de él. Se ha movido siempre con exquisito rigor y entusiasmo, sabiendo aprovechar y administrar al máximo los momentos de escasos recursos y sabiendo establecer las adecuadas colaboraciones. Ha creado un grupo pionero de investigación en España y ha producido una estela de conocimientos y de personas formadas que ya vuelan por sí mismas y cuya trayectoria amplifica su inestimable labor. Ha sido director de 18 tesis doctorales y en su laboratorio han trabajado 14 postdoctorales, además de varios profesores visitantes.
Su perfil se amplía a una inagotable curiosidad sobre la ciencia y la labor de los científicos en sus diversas ramas. Su inquietud por saber y conocer tiene un amplio horizonte donde caben también la historia, la literatura, las artes… En fin, todo lo que constituye el mundo de la cultura. Y ya que hablamos de cultura, voy a finalizar con unas palabras que nuestro único Premio Nobel español en Ciencia, Santiago Ramón y Cajal, pronunció durante el homenaje recibido en 1926 con motivo de la inauguración de su monumento en el Parque del Retiro de Madrid: «Por tener averiada la rueda de la ciencia, la pomposa carroza de la civilización hispana ha caminado dando tumbos por el camino de la Historia».
Es un motivo de satisfacción comprobar que hay entidades como la AEC y científicos como Ricardo Flores que trabajan con tesón y acierto para que la rueda de la ciencia española consiga armonizar el movimiento de la carroza. La Asociación puede sentir que juega un gran papel con la entrega de sus placas de honor a personas del relieve de Ricardo Flores.
Señor presidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), distinguidos colegas y amigos.
Antes que nada, deseo agradecer a la AEC su Placa de Honor, y a Juan Carbonell, su cálida presentación. Y a una parte muy importante de mi familia que haya querido acompañarme en este acto.
Juan y yo nos conocimos hace ya muchos años como residentes del Colegio Mayor Luis Vives de la Universitat de València, entonces dirigido por Jose María López-Piñero, un profesor de Historia de la Medicina que supo inculcarnos el aprecio por todo lo relacionado con la vida académica (la investigación incluida). Al acabar nuestras carreras, Juan dio el salto a Madrid para hacer la tesis en el Instituto de Enzimología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) bajo la dirección de Alberto Sols, el introductor de la Bioquímica moderna en España, mientras que otros más apocados nos quedamos en las templadas orillas del Mediterráneo.
Cuando Juan volvía a Valencia algún fin de semana, ocasionalmente acompañado de Roberto Marco (otro valenciano del laboratorio de Sols que había hecho su posdoctorado con el premio Nobel Arthur Kornberg en los EE. UU.), nos fue transmitiendo poco a poco la idea aprendida en Madrid de que una vez terminada la tesis doctoral había que salir si queríamos madurar como investigadores. En contra de alguna otra opinión que consideraba «diletante» dedicarse a la Ciencia en un país como el nuestro que aún no tenía resuelta su transición democrática, esta vez sí abandonamos el cascarón y muchos nos fuimos a EE. UU. (Juan y yo a California, él al norte y yo al sur). Allí nos «quitamos el pelo de la dehesa» y aprendimos enfoques y pautas que nos serían muy útiles a nuestro regreso cuando, con el tiempo, establecimos nuestros propios laboratorios en Valencia y, junto a compañeros de la Universitat Politècnica de València (UPV) encabezados por Vicente Conejero, contribuimos a fundar el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP). El IBMCP es ahora una espléndida realidad (hemos llegado a ser antes de la crisis 230 personas), lo que demuestra una vez más que son las actitudes diletantes o idealistas, y no las realistas, las que cambian, si no el mundo, al menos nuestro entorno más próximo.
Por encima de cualquier otra consideración yo le debo a la Ciencia haber sido mucho más feliz en mi vida. Ignacio Cirac, un insigne físico español que trabaja en Alemania, en su investidura como Doctor Honoris Causa por la UPV este mismo año, dijo: «Es importante que los jóvenes sepan que para vivir bien y ser feliz no hace falta tener mucho dinero o ser banquero. Para vivir bien y ser feliz la investigación es uno de los mejores trabajos que se puede tener; se nos ve en la cara». Bastantes años antes Confucio dijo algo similar: «Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar un solo día de tu vida». Son nuestra familia, nuestros amigos y nuestro trabajo quienes modelan lo que finalmente somos. Con respecto a este último, Venancio Rodríguez Sanz, en su necrológica a un amigo, escribió hace poco: «La profesión que uno ejerce es un vehículo muy importante para encontrarse a sí mismo. Es la escultura la que esculpe al artista, y no al revés».
Ya ha comentado Juan Carbonell el tema principal de mi investigación científica, los viroides, por lo que solo añadiré un par de puntos. Estos agentes, además de inducir enfermedades en plantas de interés económico y de haber facilitado el descubrimiento de un agente similar que causa una importante enfermedad humana (la hepatitis delta), son el peldaño inferior de la escala biológica: es decir, lo más pequeño que en cierto modo puede considerarse vivo. Los evolucionistas suelen asumir que lo más pequeño es lo más antiguo. Así que el estudio de los viroides nos da pistas de cómo pudo emerger la vida en nuestro planeta hace más de 3.500 millones de años (la pregunta de las preguntas) que corre paralela a la de cómo apareció el Universo hace 13.800 millones de años. ¿Qué más puede pedírsele a un tema de investigación?
La investigación o, de modo más general, la Ciencia, es la única actividad cultural realmente universal. No podemos entender cualquier manifestación artística, de China, por ejemplo, bien sea su literatura, pintura o arquitectura, sin previamente conocer las peculiaridades de su historia y cultura. Sin embargo, cuando tratamos temas científicos, ese trasfondo cultural desparece inmediatamente porque todos los científicos compartimos las mismas pautas en nuestro trabajo. En ocasiones, uno incluso sintoniza mejor con un colega chino que con otro que tiene en su propio centro.
Este valor universal y compartido de la ciencia (cualquier avance en una parte del mundo puede, en principio, aplicarse en poco tiempo, para bien y para mal, a otras partes) es, creo yo, su característica principal. Juan Carbonell ha mencionado la frase de Ramón y Cajal, «por tener averiada la rueda de la ciencia, la pomposa carroza de la civilización hispana ha transitado dando tumbos por el camino de la Historia», que yo ignoraba y que me parece redonda (Don Santiago, que conocía muy bien su patria, tenía frases lapidarias para casi todo). Desafortunadamente, como se ha dicho muchas veces, nuestros dirigentes nunca han entendido que los países no invierten en investigación porque son ricos, sino justamente al revés: son ricos, en todos los sentidos, porque priorizan la investigación. Sin pretender halagar los oídos de nadie, creo que la sociedad española actual va por delante de sus dirigentes. Las encuestas que publica periódicamente una acreditada empresa demoscópica sobre qué profesiones valoran más los españoles dan siempre el mismo resultado: los científicos y los médicos de la sanidad pública. Y hace unos pocos días vi por televisión una manifestación en Madrid de afectados por Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) acompañados por sus familiares y amigos. Resultó conmovedor lo que pedían: más investigación.
Pero, es que la Ciencia, además de su valor universal y utilitario, tiene un componente estético: «Lo más importante de una teoría científica es que sea bella», dijo Dirac, un físico teórico británico Premio Nobel. Por su parte, Einstein estaba convencido de la verosimilitud de su teoría (la relatividad general) no sólo por algunos cálculos que había realizado, sino por la belleza y elegancia de esta. Cuando todos los datos encajan con el modelo que uno tiene in mente, por modesto que éste sea, se experimenta una suerte de éxtasis o algo muy parecido. Sin contar con que el trayecto hacia ese éxtasis está plagado de toda clase de aventuras. Aquí se hace verdad la frase de Don Quijote: «El camino es más importante que la posada» (incluso si la atribución es apócrifa).
En resumen, la Ciencia nos proporciona una mejor comprensión del mundo que nos rodea, un uso más eficiente de sus recursos, una mejor calidad de vida, y un goce estético a quien la practica o la sigue. Y nos enseña también humildad. El conocimiento científico es siempre provisional: antes o después es superado, corregido o, en el mejor de los casos, refinado. De lo que a su vez deriva una contrapartida: la investigación científica nunca concluirá, siempre habrá trabajo para nuevas generaciones de científicos.
Deseo terminar esta breve intervención con una frase que el Premio Nobel Jean Dausset pronunció en su investidura como Doctor Honoris Causa por la UPV el año 2002, frase que. Creo. resume muy bien estas ideas: «Toda ignorancia es una limitación y todo conocimiento una liberación».
Muchas gracias de nuevo a todos y quedo a disposición de la AEC.
Ricardo Flores Pedauyé
Profesor de Investigación del centro mixto IBMP (CSIC-Universitat de València)
Mª Ángeles Villegas se licenció y doctoró en Ciencias Químicas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Inició su actividad investigadora en el Departamento de Vidrios del Instituto de Cerámica y Vidrio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 1984 con su tesis doctoral sobre preparación y estudio de vidrios obtenidos por el procedimiento sol-gel.
Con ella abrió en España una nueva línea de investigación en el campo del vidrio, que ha venido cultivando ininterrumpidamente, aunque no con carácter único, hasta el momento actual. De esta línea surgiría una de las contribuciones científicas más importantes de Mª Ángeles, a la que más tarde me referiré.
Paralelamente, fue especializándose en la ciencia del vidrio, tanto en sus aspectos básicos estructurales como en sus propiedades y en sus aplicaciones tecnológicas. Dentro de este campo preparó y estudió nuevos vidrios especiales de silicotitanatos de litio y calcio y aluminio orientados a la consecución de mejores propiedades térmicas, mecánicas y químicas y, más recientemente, intervino en la caracterización estructural y en la determinación de las propiedades de las familias de vidrios de teluritos de niobio y titanio y de teluritos de wolframio y plomo para el desarrollo de dispositivos fotónicos.
La participación de Mª Ángeles a principios de 2000 en un proyecto de investigación FEDER sobre la alteración, restauración y protección de las vidrieras históricas marcó la apertura de una tercera línea de trabajo dentro del conjunto de su actividad investigadora, una línea dedicada al estudio y a la conservación de vidrios históricos que, desde su iniciación, se vio afianzada y potenciada doblemente por la experiencia acumulada por Mª Ángeles en el campo del vidrio y en la técnica sol-gel.
Su investigación sobre los procesos de alteración de las vidrieras medievales y la caracterización de sus diversas patologías se fue extendiendo al estudio arqueométrico de otros materiales distintos del vidrio (cerámica, metales, morteros, capas pictóricas), con un enfoque dirigido especialmente a la restauración, conservación y protección de bienes culturales del patrimonio histórico artístico.
Fue precisamente dentro de este plan de trabajo donde nació la idea de Mª Ángeles de servirse de los recursos ofrecidos por la técnica sol gel, y de sus versátiles posibilidades de síntesis, para preparar una serie de sensores químicos de respuesta óptica, basados en el cambio de color de distintos indicadores de pH. Los resultados obtenidos le permitieron desarrollar y patentar sensores de acidez ambiental que han sido instalados con éxito en varios museos para la conservación preventiva y protección de bienes culturales expuestos tanto en espacios exteriores como interiores.
El ambicioso enfoque y la amplitud de los objetivos propuestos en este plan de trabajo dieron lugar a la creación de un nuevo grupo de investigación coordinado por Mª Ángeles Villegas, el Grupo CERVITRUM, de carácter multidisciplinar, integrado por arqueólogos y químicos que, en su momento, también contó con ingenieros de telecomunicación. El carácter de esta actividad investigadora determinó la conveniencia de la ubicación de este grupo en el Instituto de Historia del CSIC.
La labor investigadora de Mª Ángeles Villegas se halla recogida en más de doscientos artículos científicos publicados en revistas y en obras colectivas. Asimismo, ha participado como autora o editora de cuatro libros cuya edición ha financiado total o parcialmente con recursos propios obtenidos a partir de proyectos de investigación PIE o de remanentes de contratos de investigación.
La orientación investigadora de Mª Ángeles Villegas, cada vez más centrada en el ámbito histórico y artístico del vidrio, la ha impulsado a realizar una segunda tesis doctoral, que será presentada el año próximo en la Universidad de Granada, sobre la escultura en vidrio, y que trata de las posibilidades que ofrece el vidrio como material escultórico, de la evolución histórica de la escultura en vidrio y de los procesos de alteración y conservación de las obras escultóricas de vidrio expuestas bajo diferentes condiciones ambientales.
La personalidad de Mª Ángeles Villegas se ha caracterizado siempre por su firme vocación investigadora, su laboriosidad, su tenacidad y su gran capacidad de trabajo, como acredita la amplitud y diversidad de la labor realizada a lo largo de los treinta años de su vida profesional.
Es de esperar que esta distinción que le otorga hoy la Asociación Española de Científicos (AEC) le sirva de mayor estímulo, si cabe, para continuar su carrera investigadora.
Apreciados colegas, queridos amigos.
Mis primeras palabras son para agradecer muy sinceramente la distinción que hoy me otorga la Asociación Española de Científicos (AEC).
Asimismo, quiero expresar mi admiración y cariño al Profesor José María Fernández Navarro, en especial esta noche por su presentación llena de elogios que, con toda seguridad, no merezco, y que sólo se pueden comprender por los más de 30 años que hemos compartido alrededor de nuestro héroe común: el vidrio. Elogios que me ha dedicado y que son producto de la amistad que el vidrio ha ido tejiendo entre nosotros hasta formar una red, esta vez con orden de largo alcance, hasta lo personal.
Desgraciadamente no puedo decir que mi vocación científica se inició de niña o de jovencita. Sólo recuerdo haber hecho algunas mezclas extrañas con alcohol, colonia, polvos de talco y pétalos de rosa para algún tipo de cosmético, pero resultaba que se descomponían al cabo de unos pocos días y tenía que tirarlo todo. Incluso en el curso de COU estaba en la clase de los alumnos que iban a hacer Farmacia. Finalmente me matriculé en Químicas, quizá porque no me resultaba difícil, y terminé la carrera sin una inclinación laboral definida, aunque suponía que trabajaría en una industria, en control de calidad o algo similar.
El destino quiso que conociera a mi profesor José María en un curso de doctorado sobre vidrio y, poco tiempo después, comencé la tesis con él. El resto de la historia ya lo conocéis.
Mi vocación investigadora es más bien poética, y digo esto porque se hizo como el camino, al andar; y se ha ido retroalimentando a fuerza de investigar tan intensamente o tan despacio como nuestro sistema español de ciencia lo permite.
Lo cierto es que me adentré en el vidrio de la mano de mi profesor José María y ya nunca he soltado su mano, su guía y sabiduría, y no la soltaré. Porque hizo el milagro de convertirme en una vidriera, y eso que nunca estudié ni una sola asignatura de Estado Sólido en la Facultad. Así que la mano de José María debe ser mágica, los que le conocen me darán la razón.
Él me contagió el entusiasmo por el vidrio, por investigar sus misterios y tratar de explicarlos científicamente; y también fue el pionero en España del estudio de los vidrios históricos, tema que también me contagió y que he adoptado muy gustosamente.
Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una mujer. Yo no soy un hombre y detrás de mí no hay nadie. Lo que sí tengo a mi lado es el grupo de investigación CERVITRUM, y en los últimos 12 años no hubiera hecho casi nada sin los miembros de este equipo.
A ellos, los que fueron y los que hoy son CERVITRUM, Manuel García Heras, Fernando Agua Martínez, Juan Félix Conde y Javier Peña Poza, quiero dar todo mi reconocimiento científico y amistad. De CERVITRUM hay que decir que es un grupo de investigación realmente multidisciplinar (porque procedemos de distintas disciplinas), e interdisciplinar (porque investigamos temas frontera entre dos o más áreas del conocimiento), y, además, trabajamos rigurosamente coordinados en equipo.
Lástima que nuestros recursos humanos, materiales y económicos sean tan limitados. Porque, en mi opinión, lo difícil no es el hecho de investigar, ni trabajar concienzudamente en las tareas de publicación y difusión de los resultados científicos. Lo realmente complicado es obtener financiación de cualquier procedencia, fundamentalmente por dos motivos:
Otro asunto que me ha resultado muy complicado es ser a la vez investigadora y madre. Porque siempre me ha faltado tiempo para hacer bien ambas cosas. Creo que le he restado tiempo a mis hijos para la investigación, y en otras ocasiones se lo he quitado a la investigación para ellos. En fin, inconvenientes de la multidisciplinariedad propia de las mujeres.
Pero, no voy a hablar más de cosas no positivas. Esta noche es para estar alegres y disfrutar de este acto que organiza la Asociación Española de Científicos.
Reitero mi profundo agradecimiento a esta asociación por su generosidad para con mi modesta aportación a la Ciencia española y, en especial, a su presidente en funciones, mi buen y querido amigo el Profesor Jesús Rincón.
A todos mil gracias por vuestro aprecio, afecto y compañía.
Autoridades académicas, miembros de la Junta de la Asociación Española de Científicos (AEC), premiados, familiares y amigos.
Para mí es un honor poder participar en esta entrega de las placas de honor de AEC, y ese placer es mayor si cabe, cuando me toca presentarles a Payload Aerospace (PLD Sapce).
En primer lugar, debo felicitar a la AEC no sólo por entregar estos premios, sino también por el acierto que han tenido en premiar a la empresa española que va a liderar el mercado emergente de lanzamiento de pequeñas cargas de pago, y va a ser un actor importante en la apertura del acceso al espacio, y esto no lo digo porque sea una spin off de mi Universidad, sino porque como dijo Antonio Machado: «la verdad es lo que es y sigue siendo verdad, aunque se piense del revés».
En segundo lugar, permítanme que les cuente la historia de dos ingenieros que hace aproximadamente cinco años se acercaron al Parque Científico de la Universidad Miguel Hernandez (UMH) de Elche y entraron en mi despacho, con un power point y muchas ilusiones: Raúl Torres y Raúl Verdú o Raúl Verdú y Raúl Torres, en resumen «los raules», dos chavales que sólo querían un millón de euros para desarrollar un cohete propulsado con motores de combustible líquido, con estructuras reutilizables basadas en procesos de industria agroalimentaria y náutica, y electrónica de vuelo de uso comercial e industrial.
En ese momento, como se imaginan, las preguntas se agolpaban en mi mente: ¿Quién ha dejado entrar a estos? ¿Todo eso por un millón de euros? ¿Un millón contra un papel y con 25 añitos? ¿Me están tomando el pelo? Cabo Cañaveral… en el Parque Científico.
No, hombre, Tonia, no, ellos me precisaban: «con un millón de euros sólo montamos un banco de ensayos para motores; que bancos para probar motores de este tipo no hay en toda Europa Y diseñamos, montamos y probamos sólo un motor. Y no te preocupes que cuando lancemos, lo haremos desde una rampa de lanzamiento móvil y en el Arenosillo, en Huelva que allí podemos lanzar el 85% de los días»
Vamos, para salir corriendo.
Pero, la pasión que transmitían, el brillo en sus ojos, lo claro que lo tenían, el que no admiten un no y son muy pesados cuando quieren algo o, simplemente, el destino, hizo que me quedase sentada, y siguieran contándome su sueño y me enamorase de ellos y de su proyecto. Y lo digo como lo siento, primero de ellos, de su calidad humana, de su humildad, de su capacidad de sacrificio, de su tesón, de su fuerza y luego de su proyecto.
Allí empezó una larga travesía de dos años de muchos viajes y muchísimas reuniones en busca de inversores, muchos de los cuales, no les voy a mentir, sí salían corriendo, hasta que en 2012 consiguieron embarcar a la administración pública, contestando y rebatiendo una y otra vez a sus técnicos y a un grupo de 20 locos.
Desde ese momento sólo quedaba una cosa por hacer: trabajar, trabajar, trabajar, y eso han hecho y en eso siguen: trabajando mañana, tarde y noche.
Eso sí, no sólo consiguieron atraer talento expatriado que, dejando un gran proyecto profesional y arrastrando familia, se unió a Payload Aerospace desde el primer momento, y sin el que no es posible entender lo que la empresa es hoy, Eleazar, cabeza privilegiada donde las haya.
A estas alturas se preguntarán, ¿y lo han conseguido? Pues tengo el placer de decirles que sí. Desde primavera de 2015. Payload Aerospace es la primera empresa española y de Europa con un banco de pruebas para motores de combustible líquido para cohetes, instalado en el aeropuerto de Teruel. Banco en el que se ha completado el desarrollo y las pruebas de su primer motor.
Pero, esto no ha hecho más que comenzar, ahora están desarrollando ARION1, un cohete de 14 metros que permitirá enviar al espacio de una manera sencilla y económica cargas de pago de hasta 100 kg, experimentos científicos o desarrollos tecnológicos. Remarco: experimentos científicos o desarrollos tecnológicos y exponerlos a gravedad cero; con seis minutos de experiencia de vuelo espacial, sin distorsiones atmosféricas, ya que la distancia será de 300 km y con un proceso de integración de cargas estandarizado.
Así, que anímense, señores científicos, que el año 2019 está ya aquí y se van a quedar sin espacio de carga.
Y, por último, saben que ha empezado a emitirse la séptima entrega de la Guerra de las Galaxias, y me gustaría despedirme con una adaptación de la frase utilizada entre los Jedi para desear suerte cuando un individuo se dispone a enfrentarse a un desafío inminente y se desea que el poder de la fuerza esté a su lado para conseguir sus objetivos con mayor eficacia.
«Que la fuerza te acompañe» se convierte para vosotros, Payload Aerospace, y creo que toda la AEC estará de acuerdo conmigo en ¡Que la ciencia os acompañe! Enhorabuena por el merecido premio y muchas gracias por vuestra atención.
Desde el año 2011 que arrancamos con PLD Space son múltiples y diversas las felicitaciones que hemos recibido por esta tan arriesgada como apasionante aventura empresarial. El equipo de trabajo de PLD Space hoy se siente infinitamente agradecido por las tantas y tantas muestras de cariño y admiración que nuestra mera existencia despierta en la sociedad española.
Y lo hace, además, ante todo tipo de personas al margen de su mayor o menor grado de conocimiento acerca de nuestra actividad. Y es que (y de ello somos conscientes) todo aquello que suena o huele a espacio y a cohete despierta, siempre, las simpatías y apoyo de mucha gente.
qué dise usteer está la cosa muy malar.
Y así fue. Llegado el mes de julio de 2015, todo aquel trabajo previo de cuatro intensos años sale adelante (no sin sudor y lágrimas) y lo hace derribando puertas que incluso nadie pensó que se podrían flanquear algún día. La primera prueba de encendido y puesta en marcha del motor cohete en el Aeropuerto de Teruel fue un éxito personal (para todo el equipo), ingenieril (por la ausencia de referentes en nuestro entorno) y empresarial (porque a nadie antes se le había brindado la oportunidad). Pero, lo mejor vino después cuando, allá por el mes de octubre, nos vino un reconocimiento que no esperábamos y que, cada día que pasa y vemos que nuestros sueños se hacen realidad, poco a poco, valoramos con más acierto e incluso cariño.
Por este motivo, al echar la vista atrás, como decía el poeta, nos dirigimos a los socios de la AEC para, de un modo sencillo y humilde, darles las gracias por el reconocimiento que significa recibir, de manos de su presidente, la Placa de Honor de 2015.
Señor presidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), distinguidos colegas y amigos, tengo el honor y el muy grato placer de presentar a Dadelos, una mediana empresa radicada en Valencia cuyo trabajo está dirigido a la distribución y producción de materias primas para la alimentación humana, animal y vegetal.
Dadelos es el núcleo de un grupo en cuya órbita está Dadelos Agrosolutions, que cubre la producción de materias primas bioestimulantes que nutren y regulan el crecimiento de los cultivos agrícolas, y la empresa Agritecno Fertilizantes, que produce una amplia gama de productos bioestimulantes con funciones muy específicas (enraizantes, mejoradores de aroma y sabor, etc..), que comercializa con marca propia en diferentes países del mundo. Estas compañías agrupan a 56 profesionales entre doctores, licenciados, técnicos y administrativos.
Dadelos está representada en este acto por Javier Tomás, que es su presidente. También es presidente de la Asociación de Científicos y Tecnólogos de Alimentos de la Comunidad Valenciana.
Dadelos es una empresa relativamente joven. Surgió hace 25 años, por iniciativa de Javier Tomás. Las raíces se extienden hasta 1965 cuando inició su trabajo en la empresa Albatros del grupo Farmacéutica Aurelio Gamir. Posteriormente, abordó la creación de varias empresas, entre ellas Dadelos.
La pregunta obligada es por qué Dadelos merece una placa de honor de la AEC. Para responder a esta pregunta vamos a revisar, en primer lugar, los objetivos iniciales planteados por Dadelos en 1990, fecha de creación de la empresa.
El primer objetivo fue distribuir en el mercado nacional, con el apoyo técnico necesario, productos de fabricación extranjera obtenidos con nuevas tecnologías del momento, tales como mucílagos, enzimas, aditivos para el pelado químico del tomate, etc.
El segundo objetivo fue introducir en el mercado productos propios, lo que llevó, tras más de cinco años de investigaciones con una visión a largo plazo, a construir una fábrica de bioestimulantes. generando beneficios desde su primer año de vida.
El tercer objetivo, como denominador común de los dos anteriores, fue colaborar con centros de Investigación, Universidades y Centros Tecnológicos.
En la actualidad, Dadelos es una empresa innovadora en el sector de los Bioestimulantes con actividad en 56 países. Tiene proyectos con el CDTI en el programa ISIP junto con empresas de la India, proyectos del IVACE de la Generalidad Valenciana y también varios proyectos financiados por el MINECO. El programa Retos Colaboración financia un proyecto con el IBMCP (Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València, cuyo objetivo es generar un chip de uso general en cultivos de cereales, leguminosas y hortícolas utilizando los conocimientos obtenidos en Arabidopsis thaliana, una planta que se usa como modelo experimental.
Resulta evidente que Javier Tomás tuvo claro, siendo un adelantado a su tiempo, que una empresa con fuerte base tecnológica tenía muchas opciones de ser rentable. Visto con perspectiva, podemos concluir que Dadelos nació por la integración del impulso de un espíritu emprendedor (cuando no se hablaba todavía de este adjetivo) y de los conocimientos adquiridos por Javier en el entonces incipiente campo de la Tecnología de Alimentos. Su crecimiento se basó en el convencimiento por hacer las cosas bien, con rigor, dimensionando apropiadamente los objetivos y la estrategia para alcanzarlos. En este sentido, hay que destacar el modelo con el que opera Dadelos, que no sólo se limita a vender sus productos, sino que en cada país tiene uno o varios delegados y una red de técnicos con formación superior que distribuye y asesora sobre los productos y que obtiene los datos relativos a su efectividad sobre la producción. Estos datos se analizan en cada etapa del desarrollo, desde la germinación de las semillas hasta la obtención del producto final; proporcionan información de primera mano para valorar y orientar la investigación y el desarrollo de cada producto. El objetivo es cubrir las necesidades del entorno particular en el que se ha aplicado y también generalizar las diferentes necesidades de los cultivos a escala mundial. Esta forma de trabajar ha hecho del grupo Dadelos un referente internacional en su ámbito.
Dadelos es un reflejo fiel de lo que en 1989 escribió Arthur Kornberg, uno de los padres de la ingeniería genética: «Mientras que la Ciencia es generalmente el piloto de la tecnología y la investigación aplicada, su rol se puede invertir: la búsqueda de una solución práctica puede dar un nuevo giro científico». Pienso que los gestores o políticos que se preguntan ¿investigación básica o aplicada? están dando vueltas a un falso binomio.
En resumen, Javier Tomás, utilizando su fino olfato empresarial, ha sido el arquitecto de una empresa solvente, seria, basada en el conocimiento, convencido del valor y rentabilidad del mismo y de que la innovación continuada es la mejor garantía de la supervivencia de una empresa. Dadelos es un ejemplo magnífico que nos enseña que de la crisis económica se sale gracias a las inversiones previas en la formación de buenos profesionales. Ha sabido sobrepasar los recortes en investigación e inversiones que estamos padeciendo, y que actualmente están generando el desmantelamiento de buenos grupos de investigación y menos capacidad para afrontar futuras crisis.
Dadelos, Javier Tomás, enhorabuena por la merecida Placa de Honor. La integración de los verdaderos espíritus científico y emprendedor, la Ciencia y la Empresa (con mayúsculas), le ofrece un buen ejemplo a la administración-ficción que cree más en la ciencia-ficción que en la Ciencia-Empresa basada en el conocimiento. También enhorabuena a todos los demás galardonados y a la AEC por su reconocimiento a los investigadores y empresas que marcan un rumbo positivo para nuestro país.
Señor presidente de la Asociación de Científicos de España (AEC), querido Juan, señores y señoras, buenas noches.
Nuestro origen tiene sus raíces en la agricultura de mis abuelos. Posteriormente, sigue la agricultura y agroindustria de mi padre. Actualmente, tenemos explotaciones agrícolas en España, Argentina y México. Yo tuve la suerte de formarme y trabajar con el Dr. Primo Yufera, catedrático de la Universitat Politècnica de València (UPV) y presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). entre otros cargos, al que conocí como fundador y director del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos de Valencia.
Mi necesidad como agricultor, me obligó a conseguir unas tierras, agrícolamente sostenibles, y obtener de ellas mayores producciones, con una alta calidad y seguridad ambiental. Esto concuerda con el criterio de mis valores humanos, cuyo fin es producir alimentos para responder al incremento del número de personas, que en años futuros poblarán la Tierra. Pasaremos de 7.000 millones actuales a 10.000 millones en el 2050.
Nuestra filosofía empresarial es dejar que la naturaleza, a través de las plantas, produzca sus frutos y demás componentes que pueden ser transformados. Nosotros los cosechamos y extraemos, y, posteriormente, los adecuamos correctamente para su óptimo aprovechamiento, tanto humano, animal, como vegetal.
Nuestra trayectoria empresarial con un ADN técnico y de investigación es dotar del máximo presupuesto a nuestro departamento de I+D+i, tratando obtener productos técnicamente novedosos, con el apoyo de los centros de investigación científica, lo que fortalece nuestra posición en los mercados de todo el mundo. De gran interés para nosotros son las colaboraciones con centros de investigación como el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, Instituto del CSIC y de la UPV, que aprovecho la ocasión para agradecer al Dr. Carbonell y a su grupo de investigación, el exhaustivo y excelente trabajo que están realizando.
Nuestro futuro está basado en los resultados obtenidos tras la aplicación de nuestros productos desarrollados en la investigación, y al utilizarlos y aplicarlos en forma y concentración adecuada a las plantas cultivadas, logramos un rendimiento óptimo en su asimilación, para que nos den los frutos esperados.
Nuestros resultados son que, gracias a lo anteriormente dicho, estamos posicionados en 56 países del mundo (América del Norte, Centro, Sur; Rusia y países del CEI, UE, África, China, Vietnam, India, Kazajistán, etc). Nosotros, en cada país, buscamos un importador que cubra nuestras necesidades, ya que ponemos en sus manos lo mejor que tenemos industrialmente, que son nuestros productos, fruto de la investigación y mucha tecnología. Elegimos un profesional que ya trabaje en la distribución de productos en el sector agrícola, como fitosanitarios, semillas, etc., que tenga una infraestructura de técnicos para formarles nosotros y que posteriormente lleguen al agricultor, y además, que cubran con su organización comercial y de almacenes, todo el país.
Con toda esta organización y yendo con un lenguaje lógico y diciendo verdades, los agricultores del mundo, todos lo entienden y aceptan nuestros productos, beneficiándose de sus positivos rendimientos. Esto para nosotros nos enriquece económica y éticamente.
Actualmente tenemos dos plantas de fabricación en España, dotadas con las últimas tecnologías, que nos permiten producir 30 millones de litros año, los cuales suministramos a todos nuestros mercados.
Gracias a la AEC por su reconocimiento, que nos enorgullece profundamente, y nos anima a seguir trabajando por esta línea, contando con la investigación como pilar esencial. Gracias a mi familia y colaboradores por su esfuerzo y por su incondicional apoyo.
Muchas gracias a todos y buenas noches.
Señor presidente de la Asociación Española de Científicos (AEC), miembros de la asociación, compañeros premiados y amigos.
Es para mí una satisfacción como Consejera Delegada de TEAMS participar en este este acto. Es por ello que mis primeras palabras deben ser de agradecimiento a la AEC, así como a sus miembros protectores y entidades colaboradoras, por el reconocimiento que hoy recibimos.
El hecho de que TEAMS reciba la Placa de Honor de la AEC es una muestra más de lo que la sociedad demanda actualmente del mundo de la ciencia. A las tradicionales misiones de docencia e investigación pura se le ha añadido la de fomentar la aplicación de esta investigación para mejorar la vida de las personas y el desarrollo económico de las sociedades a través de la transferencia de conocimiento y tecnología al sector productivo.
Uno de los mecanismos por los que se puede transferir tecnología desde el ámbito científico a la sociedad es mediante la creación de nuevas empresas de base tecnológica surgidos de grupos de investigación de Universidad y Centros Públicos de Investigación. Estas iniciativas son, sin duda, una de las que más claramente refleja dicha transferencia, ya que surge de la convicción de poder ofrecer al mercado unos bienes o servicios que merecerán la confianza de potenciales clientes hasta el punto de estar dispuestos a pagar un precio por ellos.
Para quien no nos conozca, les diré que los orígenes de TEAMS se encuentran en el Grupo de Elasticidad y Resistencia de Materiales de la Escuela Ingenieros de Sevilla. Desde su constitución, el Grupo tuvo la clara vocación de establecer una relación de I+D con aquellas empresas del entorno que tuvieran una problemática relacionada con el ámbito de interés y competencia del Grupo.
Con independencia de trabajos aislados que se realizaron en la década de los 80 para el sector aeronáutico, el Grupo comienza de forma constante e ininterrumpida su relación con el sector aeronáutico a mediados de los años 90, ya que la industria local solicita al Grupo la realización de ensayos sobre materiales compuestos de fibra de carbono, actividad que hasta ese momento no se llevaba a cabo Andalucía. A partir de la confianza depositada por estas empresas, la colaboración se fue ampliando y extendiendo a otras empresas de ámbito autonómico, nacional e internacional. Todas estas colaboraciones se canalizaron a través de la OTRI de la Escuela de Ingenieros (AICIA).
El volumen y grado de madurez de la actividad desarrollada en el sector aeronáutico, así como los compromisos y perspectivas de futuro, hicieron aconsejable poner en marcha la iniciativa empresarial que brevemente paso a comentar.
TEAMS se crea en marzo de 2006 y se ubica en el parque empresarial Aeronáutico de Aerópolis, junto al aeropuerto de Sevilla. Nace como empresa de base tecnológica con una apuesta clara por todo lo que representa la definición, desarrollo y mejora en el ámbito del análisis experimental y con un compromiso por invertir y fomentar la I+D en este campo. Entre los objetivos marcados, estaba contribuir al desarrollo de las empresas aeroespaciales en las parcelas de la ingeniería de materiales, y del análisis estructural, con el soporte del Grupo de la Universidad para toda la labor de investigación.
En sus casi diez años de andadura, TEAMS ha conseguido hitos muy significativos para una empresa de su tamaño. TEAMS es uno de los pocos laboratorios europeos que es proveedor principal en el campo de los ensayos para Airbus Group (tanto en su división civil, como militar y espacial). También trabaja para Boeing, Embraer, Bombardier, y toda la cadena de suministro. TEAMS tiene clientes en más de 15 países y alcanza una facturación de cinco millones de euros anuales. TEAMS cuenta con una plantilla de 65 personas de las cuales más del 50% son titulados universitarios. Destaca que, actualmente, lleva a cabo el ensayo de certificación a escala real (FCT) del cono de cola del nuevo avión de Airbus A350, siendo el único laboratorio privado de España que tiene la autorización para hacer ensayos de esta complejidad. Además, TEAMS ha creado su propio departamento de I+D+i participando actualmente como socio o en consorcio en numerosos proyectos nacionales y europeos.
La innovación no es una palabra mágica que todo lo soluciona, es el fruto del esfuerzo sumado de mucha gente que tiene ganas de hacer las cosas cada día mejor. En la propia definición de TEAMS aparece de manera implícita el objetivo de ser una empresa innovadora dentro del sector de los ensayos mecánicos y estructurales. Desde el comienzo, TEAMS ha buscado posicionarse en los mercados en donde participa como una empresa que aporta un claro valor añadido a la realización de ensayos, por ello, el área de I+D se ha considerado como una parte esencial de la empresa para afrontar este reto estratégico. Ejemplo de ello, el último hito alcanzado por la compañía convirtiéndose en Core Partner de la mayor iniciativa público-privada a nivel europeo en I+D, Clean Sky 2. Como no podía ser de otro modo, TEAMS siempre ha considerado indispensable la cooperación y sinergia con centros de investigación y universidades como puente del conocimiento entre la investigación pura y la puesta en mercado de nuestros servicios.
No quisiera terminar estas breves palabras sin reiterar nuestro agradecimiento a la Asociación por otorgar a TEAMS el honor de recibir esta Placa. Quiero agradecer también a las empresas del sector aeroespacial sin cuya confianza no hubiese sido posible la existencia y progresión de TEAMS. Además, quiero destacar la labor de los dos fundadores de TEAMS: el Profesor Cañas y el Profesor París, que se lanzaron a esta iniciativa empresarial con el objetivo de devolver a la sociedad lo que esta les había ofrecido.
Y, por último, quisiera manifestar mi agradecimiento a los realmente merecedores de esta Placa, me refiero al personal de TEAMS quien con su buen hacer ha conseguido generar y mantener la confianza de los clientes, confianza que esperamos, si es posible, aumentar en el futuro.
Muchas gracias y buenas noches.
Esther García del Castillo López
Consejera Delegada de TEAMS