Cambio Climático y Biodiversidad Edáfica

Alfonso Navas

Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC. Madrid

Es común la confusión entre Cambio Global y Cambio Climático. El conjunto de cambios ambientales afectados por la actividad humana (Cambio Global) parece fuera de toda duda. No parece lógico negarlo, incluso aplicando sólo la deducción. Teniendo en cuenta la actividad industrial humana dentro del régimen climático variable de los últimos doscientos años (posible de discriminar), se desprende que ésta siguió un crecimiento exponencial desde 1880 hasta la fecha. Esa actividad es comparable a la generación de opinión sobre Cambio Global y Cambio Climático en la sociedad humana, claramente manifestada a través de la prensa de todo el mundo y muy especialmente en los debates científicos.

AEC CAMBIO CLIMÁTICO Y BIODIVERSIDAD EDAFICA
«Determinar el efecto del cambio global y climático sobre las comunidades edáficas de microorganismos y microfauna se plantea como fundamental»

Respecto al Cambio Climático, desde la última glaciación (hace 12.000 años) hasta los finales de la Edad Media (1.500 dc, aproximadamente) hubo un incremento de temperatura media de la Tierra de 7ºC. Tras un breve periodo de descenso de la misma (hasta el inicio del siglo XIX), se ha detectado hasta fechas actuales un aumento ligero, pero continuado de temperatura. La variación media puede ser fijada en un incremento de 1,5ºC en los últimos doscientos años.

Este incremento coincide con ciclos naturales del clima de la Tierra, pero es innegable que coincide también con la mayor actividad agresiva del ser humano sobre el planeta. Así, se asume científicamente que en la actualidad el hombre también tiene capacidad de influir directamente en el sistema climático mediante la masiva emisión de gases con efecto invernadero, especialmente CO2, como resultado de la utilización de combustibles fósiles, a pesar de opiniones en contra, algunas sólidamente argumentadas.

No obstante, el destino de ese carbono y su efecto sobre el gran reservorio de biodiversidad que son los microorganismos y fauna de las comunidades edáficas es muy difícil de predecir. La mayoría de las aseveraciones se basan en aproximaciones indirectas que relacionan los efectos climáticos (aumento de las temperaturas y disminución de la pluviosidad) sobre la cubierta vegetal. Sin embargo, los cambios previstos por los expertos en la concentración de COatmosférico son pura anécdota comparados con la gran cantidad de CO2 actualmente disponible en el espacio intersticial de cualquier suelo biológicamente activo. Aunque es verdad que el posible efecto sobre los microorganismos y fauna edáfica (productores secundarios del sistema) está mediatizado por la rizosfera de las plantas, los datos experimentales disponibles hasta la fecha apuntan con igual rigor a que los posibles efectos son increíblemente variables: la actividad biológica puede decrecer, aumentar o permanecer inalterada. Lo mismo cabe decir respecto al efecto sobre la diversidad biológica de los suelos. Determinar el efecto del cambio global y climático sobre las comunidades edáficas de microorganismos y microfauna se plantea como fundamental, puesto que esas comunidades controlan las respuestas de los ecosistemas al ralentizar o acelerar los ciclos del carbono y nutrientes e iniciar los procesos de mineralización.

Con el cambio climático se anticipan cambios en los procesos fenológicos asociados a las plantas, y el aumento brusco de evapotranspiración del suelo reduciría la producción de biomasa vegetal. Sin embargo, dentro de unos límites razonables de cambio, y teniendo en cuenta el efecto amortiguador que el suelo tiene para la temperatura, no se descarta que se amortigüe en el sistema edáfico, el impacto sobre la diversidad de especies de microorganismos y fauna edáfica asociada. Naturalmente, las relaciones y funciones entre sus componentes se hipotetizan que también serán modificadas. Dada la trascendencia del cambio climático y el interés que el tema suscita en todos los foros de debate, el estudio científico integrado del suelo y sus componentes biológicos aportará puntos de vista muy convenientes para el diseño de medidas que intenten paliar o reducir los efectos que con más o menos dramatismo nos vaticinan en un próximo futuro. La Región Mediterránea de Europa será la zona más afectada por los cambios climáticos previstos y dada su tradición cultural (sobreexplotación de recursos, industrialización y sobrepoblación) se verá claramente afectada por la modificación ambiental y los cambios de uso del suelo. De todos los componentes que definen los agroecosistemas mediterráneos, el suelo es un elemento clave e indicador del impacto y transformación de los mismos, no sólo por el efecto de la agricultura sino también por impactos naturales. Dado que el fenosistema es manifestación de las relaciones bióticas y abióticas del suelo, el sostenimiento de la biodiversidad general en Europa y el estudio de su pérdida pasan por el mantenimiento de su biodiversidad edáfica.

«La Península Ibérica será muy vulnerable por el aumento de temperaturas y una reducción de precipitaciones con agravamiento de las sequías»

Agricultura, Cambio Climático y Política Agraria Común (PAC)

En el previsible Cambio Climático, la Península Ibérica será muy vulnerable por el aumento de temperaturas y una reducción de precipitaciones con agravamiento de las sequías, lo cual implica la pérdida de potencial agrario y forestal. Un porcentaje muy grande de la población europea mediterránea vivirá en áreas con déficit hídrico y gran demanda de agua para la agricultura. La ciencia puede anticipar respuestas y prepararnos para la toma de decisiones políticas desde un enfoque global como es la Política Agraria Común (PAC) que interfiere con la economía, agricultura, medio ambiente y recursos naturales.

Europa es un territorio de «economía de mercado», es decir, ampliamente liberal, donde el valor del comercio y la competencia de productos, teóricamente, selecciona la mejor opción y por tanto es un motivo de mejora económica. Sin embargo, a la mayoría de los europeos no les llama la atención el proteccionismo que existe para la agricultura. A aquellos que se lo plantean, en general se preguntan: ¿cuál es la razón de la planificación agraria?, ¿por qué motivo existe el proteccionismo? Hay que remontarse al pasado. Los cien años transcurridos entre 1845 y 1945 fueron impresionantemente nocivos para los europeos, con las más devastadoras crisis económicas que nunca se pudieron imaginar. En la memoria colectiva, queda la gran hambruna iniciada en Alemania, pero que se magnifica en Irlanda a finales del siglo XIX, causada por una epidemia de Phytophthora infestans. El problema se generó por ausencia de política agrícola del Reino Unido (como en el resto de Europa) y la existencia de un cultivo monovarietal de patata que hizo que fueran destruidas de forma prácticamente inmediata todas las plantaciones por una cepa muy virulenta del hongo.

La patata era el alimento más importante de la época para los europeos (el hambre comenzó a desaparecer de Europa a partir del siglo XVII gracias a la patata). Las consecuencias de la hambruna se extendieron hasta tiempos muy recientes debido a la mortandad ocasionada y la emigración de la población. Los problemas políticos y sociales ligados a la Revolución Industrial se agravaron al concluir el siglo XIX con la pujanza económica de Alemania al reclamar su espacio político tras la unificación y que lleva a la Gran Guerra (1914-1918). Esta, además, se considera que es el prólogo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Contado así, esta sucesión de eventos es una simplificación extrema de sucesos que durante cien años exactos representaron una catástrofe social, política, económica y biológica sin parangón en la historia, pero que supone la raíz de lo que hoy es la PAC de la Unión Europea.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa es consciente de que el hambre es la consecuencia más inmediata de esos últimos cien años y se plantea la necesidad de garantizar el suministro de productos agrarios de primera necesidad. Esta PAC se inicia con una idea claramente «productivista» y de rentabilidad hasta el punto de que la Unión Europea es actualmente el principal productor y exportador de productos agrícolas del mundo.

Es justo reconocer que dicha política (al igual que la Política Pesquera Común) ha contribuido a garantizar el suministro de productos alimenticios básicos a unos precios razonables además de contribuir al crecimiento económico. Todo el mundo sabe que la PAC es la política más importante de la Unión Europea e instrumento esencial de su institucionalización con un presupuesto que supone el 50% del total; ahora bien, con los antecedentes apuntados, ¿a quién le parece caro?

Sin la PAC, los europeos no podrían competir con los agricultores de otros países en los cuales, las condiciones de producción cuestionan los derechos humanos y laborales (de hecho, ni se lo plantean en una situación de explotación laboral, casi en régimen de esclavitud y ausencia de seguridad). En la mayoría de los países existe, además, apoyo o subvenciones a la producción agrícola sin informar a los organismos internacionales pertinentes, a diferencia de las ayudas europeas, cuya cuantía es públicamente conocida. Por lo tanto, la PAC, lejos de ser como opinan algunos, un mecanismo de competencia desleal con los países que no subvencionan su agricultura (para estos países la Unión Europea prevé acuerdos bilaterales específicos), es un mecanismo de cohesión garante de la pervivencia de la tradición y cultura europea a través de la subvención.

En marzo de 2010, el Consejo de Agricultura de la Comisión Europea ha definido el papel que debe tener la Agricultura y la PAC ante la nueva estrategia UE 2020 (una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador). El Consejo Europeo ha señalado los compromisos agrarios y su importancia en el éxito de dicha Estrategia. La agricultura está por tanto en el núcleo del futuro de Europa y se focaliza en la estrategia UE-2020 contribuyendo al crecimiento económico y el mantenimiento de la cultura rural. Además, hace hincapié en el uso sostenible de los recursos, la conservación de la naturaleza y su biodiversidad, y propugna la adaptación hacia el nuevo escenario de cambio climático.

Cualquier política Medioambiental europea ha de contar necesariamente con la agricultura cuya amplitud, teniendo en cuenta las zonas rurales o naturalizadas representa más del 75% del territorio. Teniendo en cuenta los antecedentes históricos productivistas de la PAC, la sensibilidad ambiental de los europeos y el cambio climático y global, la agricultura europea refuerza su importancia estratégica.

En el año 2013, se debe reelaborar una nueva PAC donde se materializarían los retos de una producción sostenible y competitiva. Las tres prioridades de la nueva estrategia sólo se pueden lograr utilizando y potenciando la investigación científica y desarrollando de forma sincera la innovación y la calidad de la educación científica de sus ciudadanos.

En lo que respecta a España, la sociedad reclama formación y educación científica en temas medioambientales y hay seria preocupación sobre el cambio climático. Los científicos españoles han demostrado que son muy competentes y activos y totalmente homologables en cuanto a su productividad y capacidad científica en temas ambientales y agrícolas. A estas realidades, sumemos las iniciativas que como país europeo moderno ha realizado el sector agrario para actualizar sus estructuras. Para nosotros, la agricultura es una fuerza económica importantísima, no sólo por su realidad actual, sino por su potencialidad, al ser el estado de la Unión Europea con mayor diversidad de cultivos y características edafoclimáticas que permite generar productos agrícolas durante todo el año. No obstante, hay una correlación negativa entre estas realidades científicas, geográficas, potenciales y pujanza sectorial con los retornos en Investigación. Países con menor importancia agrícola como Holanda, Gran Bretaña y Alemania, puede considerarse que lideran la investigación en ciencias agrarias y ambientales dentro del espacio europeo. Una razón explicable puede ser la capacidad política de dominio que esos países tienen dentro de la Unión Europea, al tener diputados y políticos plenamente integrados en las estructuras administrativas que saben reconocer la importancia que tiene la agricultura en Europa y defienden sin complejos los intereses de sus connacionales. La nueva PAC prevista para el 2013 será una gran oportunidad para situar los políticos españoles a la altura de sus agricultores y sus científicos.